Martín el Humano
Hijo
segundo de Pedro IV el Ceremonioso y de Leonor de Sicilia, recibió el título de
duque de Montpellier.
Nacido
en Gerona en 1380 y murió en Barcelona en 1410
En
1380 su padre le cedió el reino de Sicilia, que tras la muerte de Federico III
volvía de nuevo a la órbita aragonesa.
Sucede
como Rey a su hermano Juan I de Aragón que falleció sin sucesor en 1396
Martín
I de Aragón llamado también Martín I el Humano y Martín I el Viejo, fue entre
1396 y 1410 rey de Aragón, de Valencia, de Mallorca, de Cerdeña y conde de
Barcelona. Igualmente fue rey de Sicilia entre 1409 y 1410
La
inestable situación de sus reinos peninsulares hizo que Martín abandonara
Sicilia en 1397, y al llegar a Zaragoza juró los fueros ante las Cortes el 13
de octubre de 1397 y fue coronado el 13 de abril de 1399.
Al
contrario de lo que había hecho su hermano, procuró ganarse la amistad de las
oligarquías urbanas, descontentas con el reinado anterior, aunque no consiguió
muchos éxitos al encontrarse dichas élites envueltas en una guerra de bandos
que el monarca, indeciso, no supo atajar.
Contrajo
matrimonio en 1372 con María de Luna, hija de Don Lope, el primer conde de
Luna, en 1374, de esta unión nacieron: el futuro rey de Sicilia Martín el Joven
(1376-1409), Jaime (1378), Juan (1380) y Margarita (1388).
Reino de Sicilia
Al
regresar a la peninsula refuerza su posición en el Reino de Sicilia cuando en 1379 se acuerde el matrimonio
entre su hijo y heredero con María de Sicilia que en 1377 había heredado el
trono siciliano tras la muerte de su padre Federico III de Sicilia.
Dada
la minoría de edad de ambos, el matrimonio no se celebrará hasta 1390, y Martín
I será nombrado señor y regente de Sicilia en 1380.
Tras
la coronación en Palermo de María de Sicilia y Martín el Joven, que recibió el
título de Martín I de Sicilia, una facción de la nobleza siciliana partidaria
de los Anjou se rebeló contra los nuevos monarcas, lo que obligó a Martín el
Viejo a ponerse al frente de una flota y desplazarse a Sicilia para acabar con
la insurrección.
Mientras
se encontraba inmerso en la pacificación de la isla, le sorprendió en 1396 la
muerte de su hermano el rey de Aragón y la noticia de que, al haber muerto este
sin sucesión masculina, su esposa María de Luna había reclamado el trono en su
nombre
Su hijo Martín de
Sicilia, con la victoria de San Luis (1409), acabó de someter a la nobleza
rebelde de Cerdeña, expulsando de allí a los genoveses en 1409.
Hasta
su llegada a la Península asumió el gobierno su esposa María de Luna, que supo
con prudencia y energía solventar los graves problemas planteados. Por una
parte la nueva reina tuvo que hacer frente a las intrigas de su antecesora
Violante de Bar viuda de Juan I que anunció que esperaba un hijo del rey
fallecido que sería su legítimo heredero, Así como de Mateo I, conde de Foix,
quien por su matrimonio con Juana de Aragón y Armagnac, hija mayor del difunto
monarca, alegó sus derechos al trono aragonés. Las tropas del conde de Foix
entraron en Aragón, pero fueron rechazadas por las tropas leales a Martín.
Territorios Peninsulares
Urgía
la presencia de Martín I en sus estados, por lo que decidió abandonar Sicilia.
En el viaje de regreso, al hacer escala en Marsella, una embajada enviada por
Benedicto XIII le instaba a entrevistarse con él en Aviñón ante el nuevo giro que
había tomado el Cisma de la Iglesia; el rey de Francia exigía la renuncia de
los dos papas, lo que colocaba en postura difícil al pontífice aragonés.
El
antipapa Benedicto XIII, aragonés y pariente de la reina, con la intención de
llegar a solucionar el cisma hizo que Martín I, en 1403, interviniese militarmente contra
el asedio que sufrió Benedicto en su sede papal, rescatándolo y acogiéndolo en
Peñíscola.
La
actitud irresoluta y escasa energía de Martín como gobernante constituyen la
nota dominante de su reinado.
Los agudos problemas internos en que se
hallaban inmersos los Reinos y Condados peninsulares de la Corona se
acrecentaron a partir de 1402 por las luchas habidas entre diversas banderías.
En Aragón luchaban los viejos linajes de los Luna y los Gurrea apoyados por sus respectivos
seguidores.
Para
poner fin a tan caótica situación, que perturbaba la paz de la Corona, en 1404
convocó el rey Cortes Generales en Maella. Junto a diversas medidas de tipo
fiscal o relativas a cubrir las necesidades del reino de Aragón, se atendió en
especial a buscar remedios eficaces en pro de la paz pública.
Se
penalizaba a quien disparara ballestas, lombardas, etc., de no ser en defensa
de su casa. De igual modo serían sujetos a juicio sumario quienes guerreasen
entre sí, de no preceder desafío formal o tratarse de un caso previsto por
fuero.
Se
ampliaban además las facultades del Justicia de Aragón respecto a los delitos
cometidos por particulares. Entre los acuerdos tomados en Maella se incluía la
petición por parte de los allí reunidos de que viniera de Sicilia Martín «el
Joven», requerimiento que tuvo por parte de éste pronta confirmación. Pero las
alarmantes noticias que llegaban de la isla, donde habían surgido nuevos brotes
de rebelión, le obligaron a regresar a aquellos dominios.
En
general fue un reinado de paz exterior. Sin embargo, en el interior fue un
período convulso, debido a las cada vez más cruentas guerras entre bandos
nobiliarios en Aragón (los Luna contra los Urrea) y en Valencia (los Centelles
contra los Soler y los Vilaragut). Uno de los momentos de mayor tensión tuvo
lugar el 6 de enero de 1407, cuando el del gobernador de Valencia, Ramón Boil,
fue asesinado en el contexto de una de esas luchas nobiliarias con las huestes
del caballero Juan Pertusa y Gisberto Rexarch, partidarios de los Centelles.
Lanzó
dos cruzadas contra el norte de África en 1398 y 1399.
Martín
I estuvo atento a conjurar los peligros provenientes del litoral africano. Se
organizó una cruzada a Berbería en 1397, pero una tempestad hizo fracasar la
empresa. Las nuevas tentativas de la flota aragonesa en los años siguientes tampoco
consiguieron sus objetivos.
Problema sucesorio
El
29 de diciembre de 1406 falleció la reina María de Luna, quien le había dado
cuatro hijos (Martín, Jaime, Juan y Margarita), de los cuales ninguno
sobreviviría a su padre ni dejaría descendencia legítima alguna.
El
último en fallecer fue Martín el Joven, en 1409, a causa de unas
fiebres.
Se
hacía patente el grave problema sucesorio que se cernía sobre la Corona de
Aragón, sobre la que acechaban ya diversos pretendientes.
Viudo Martín I de María de Luna desde 1406, sus consejeros le sugirieron un nuevo matrimonio para asegurar su descendencia, pero su enlace con Margarita de Prades (efectuado en septiembre de 1409) no consiguió aquel objetivo.
Viudo Martín I de María de Luna desde 1406, sus consejeros le sugirieron un nuevo matrimonio para asegurar su descendencia, pero su enlace con Margarita de Prades (efectuado en septiembre de 1409) no consiguió aquel objetivo.
El
rey intentó legitimar a su nieto bastardo Fadrique de Luna (concebido por
Martín el Joven y la noble siciliana Tarsia Rizzari), al cual trajo a la
Península para poder educarlo, pero no encontró el apoyo político suficiente
para convertirlo en su heredero y la comisión de expertos destinada a dilucidar
la cuestión de la sucesión no se puso de acuerdo.
El
31 de mayo de 1410, moría Martín I a los 54 años sin haber nombrado un sucesor,
abriéndose entonces un interregno de dos años en el que se disputaron el trono
hasta seis pretendientes, entre ellos su nieto.
El
conflicto alcanzó su solución en 1412 tras el llamado Compromiso de Caspe, por
el que se eligió como nuevo rey a Fernando I, hijo de la hermana de Martín,
Leonor de Aragón, nacido en la dinastía castellana de los Trastámara
Martín
I ha pasado a la historia con el apelativo de «el Humano». Al igual que su
hermano y antecesor, fue víctima de su propia debilidad física y de las
desgracias familiares. Los cronistas destacan su perfil humano, su
inteligencia, su piedad, así como su amor por la cultura y su afición por los
autores clásicos. No obstante, junto a sus virtudes se perfilan una serie de
rasgos negativos como gobernante. La falta de energía, que arrastró consigo
hasta sus últimos días, se plasma en su irresolución ante el grave problema
sucesorio que dejó como herencia a los estados de la Corona aragonesa.
Podemos
decir que en este momento termina la Dinastía Pura Aragonesa
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