En tiempos de Pedro II Aragón era un reino perfectamente asentado e independiente de cualquier poder temporal.
Al rendir vasallaje al Papa, este salía beneficiado pues se aseguraba la colaboración del Reino de Aragón para cuanto necesitase y muy especialmente ayuda económica y militar
Un episodio en la vida del Rey Pedro II de especial relevancia es el de la cuestión albigense o cataros.
El Papa declara herejes a los albigenses y esto hace que Pedro II se encuentre con el problema de que, por una parte los herejes son súbditos suyos, pero de otra parte van en contra de los principios del Papado que él se ha comprometido a defender.
Roma declara una cruzada contra los herejes y permite al Rey de Francia atacarlos, lo cual le permitiría obtener la investidura de cuantos territorios conquiste a los heréticos.
Esta situación afecta a los intereses aragoneses en el sur de Francia y Midi que son territorios que dependen de Aragón, esta situación obligará a dedicar a esta zona la mayor parte de los esfuerzos de Pedro II
En 1208 se lanza la cruzada contra los albigenses, lo cual hace que los nobles del Languedoc acudan masivamente a buscar amparo ante su señor Pedro II
El año siguiente (1209) una coalición formada por los condes de Nevers, Montfort, Leicester y Saint Paul toma Béziers y sitia Carcasona.
El Rey aragonés acude en ayuda de sus vasallos, presentándose en Carcasona donde intenta convencer al vizconde Ramón Roger, jefe de los sitiados, para que dialogue con los sitiadores y evite el enfrentamiento. Éste se niega pero logra evitarse la lucha.
A partir del 2011 la guerra sufre un incremento y se lanza la cruzada contra los cataros o albigenses
Los condes de Tolosa, Foix, Comminges y el vizconde de Bearn junto a los barones occitanos, que habían sido desposeídos de sus patrimonios reclaman la ayuda Real.
Tras el fracaso de la reconciliación entre occitanos y Simón de Montfort, Pedro II se declaró protector de los señoríos occitanos amenazados y de Toulouse. Pese a que su hijo permanecía bajo tutela en poder de Simón de Montfort.
Cerrado el camino político de la negociación sólo quedaba la vía militar y Pedro II toma partido y se lanza a la guerra contra la cruzada en defensa de sus súbditos albigenses.
El Papa Inocencio II excomulga al Rey Pedro II de Aragón
A instancias del conde de Tolosa se traslada al Languedoc a comienzos de 1213 para ayudar a sus vasallos albigenses contra las amenazas de los cruzados de Simón de Montfort.
Pedro II pone bajo su protección a los condes de Tolosa, Foix y Comenges y al mando de un fuerte ejército se dirige contra los cruzados, que se habían fortificado en Muret doce kilómetros al sur de Tolosa.
Las tropas del rey de Aragón sitian la plaza el 10 de septiembre, el 13 se produce la batalla en la que Pedro II cae muerto.
El cadáver del rey será, recogido por los hospitalarios, que lo llevarán a Tolosa, para ser definitivamente enterrado en el monasterio oscense de Santa María de Sigena en 1217, momento este en el que el Papa Honorio III autorizó el traslado de los restos de Pedro II, al Panteon Real, siendo enterrado fuera del recinto sagrado.
El reino de Aragón quedaba en una lamentable situación, con un rey menor de edad y en poder de Simón de Montfort.
¿Qué eran los cataros?
En principio era un grupo cristiano que se distinguía por una extrema sencillez en las costumbres, En Francia recibió el nombre de albigenses
El catarismo es la doctrina de los cataros (o albigenses), un movimiento religioso de carácter gnóstico que se propagó por Europa Occidental a mediados del siglo X, logrando asentarse hacia el siglo XIII en tierras del Mediodía francés, especialmente el Languedoc, donde contaba con la protección de algunos señores feudales vasallos del Reino de Aragón.
Con influencias del maniqueísmo en sus etapas pauliciana y bogomila, el catarismo afirmaba una dualidad creadora (Dios y Satanás) y predicaba la salvación mediante el ascetismo y el estricto rechazo del mundo material, percibido por los cataros como obra demoníaca.
En respuesta, la Iglesia Católica consideró sus doctrinas heréticas. Tras una tentativa misionera, y frente a su creciente influencia y extensión, la Iglesia terminó por invocar el apoyo de la corona de Francia, para lograr su erradicación a partir de 1209 mediante la Cruzada albigense. A finales del siglo XIII el movimiento, debilitado, entró en la clandestinidad y se extinguió poco a poco.
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