domingo, 27 de marzo de 2011

LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA


PEDRO II DE ARAGON Y LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Cuentan que a cinco kilómetros de SANTA ELENA, el pueblo mas septentrional de la provincia de Jaén, junto al paso de DESPEÑAPERROS, existe un paraje donde los restos de armas antiguas son tan abundantes que durante siglos han surtido a los labriegos de la comarca del hierro necesario para la fabricación de sus herramientas.
Es el campo de batalla de las Navas de Tolosa.
Pero la historia arranca de que la decadencia almorávide favoreció el surgimiento de un grupo beréber (almohades) en los macizos del Atlas, que se rebeló contra los almorávides y formó una confederación de cábalas regentada por dos asambleas de jeques.
Los califas bereberes adoptaron el titulo de Príncipe de los creyentes (Amir ul-Muslimin)
En poco tiempo conquistaron el norte de África y seguidamente atacaron Al-Andalus
El Rey de Castilla Alfonso VII pensó en un nuevo avance islámico, de características similares a la anterior invasión.
Para evitarlo se propuso evitar el fortalecimiento de los reinos de taifas, de esta manera Alfonso VII logró asegurarse los pasos que comunican Andalucía con la Meseta y en una audaz expedición conquistó el puerto de Almería (1147)
Esta situación resultaba excesiva para las fuerzas de Castilla e incluso para las del propio rey, que al regreso de una de sus expediciones se sintió enfermo y expiró un caluroso día de agosto bajo una encina del puerto de Fresneda, en Sierra Morena.
Muerto el rey, toda su obra en Andalucía se desmoronó al instante y sus temores no tardaron en confirmarse.
Los almohades atravesaron Sierra Morena y atacaron Castilla: el nuevo rey Alfonso VIII, intentó contenerlos en Alarcos (1195), pero sufrió una tremenda derrota.
Tras la derrota los almohades asaltaron Calatrava y alcanzaron las puertas de Toledo y Madrid
La frontera del Tajo apenas podía contener la invasión, sin embargo el desgaste sufrido por ambos bandos aconsejaron pactar y en 1197 se concertó una tregua de diez años
Desde el desastre de Alarcos, Alfonso VIII solo vivía para preparar la revancha. Tenía el inconveniente de sus malas relaciones con los reyes de Navarra y León, que en cualquier momento aprovecharían para atacarle. En cambio contaba con la amistad del Reino de Aragón, encarnada por su Rey Pedro II de Aragón y Conde de Barcelona.
Ante la delicada situación, el rey Alfonso VIII solicita la ayuda del resto de reinos cristianos y del papa Inocencio III, que da a la lucha el carácter de cruzada.
El Papa Inocencio III accedió. En los púlpitos se toda Europa se predicó la nueva Cruzada para mayo de 1212. Los que concurrieran e ella obtendrían plena remisión de los pecados. Además el Papa excomulgaría a cualquiera que pactara con los mahometanos y ordenó a los reyes cristianos que aplazaran sus discordias personales en favor de la magna empresa común.
Respondiendo al llamamiento llegan a Toledo tropas de Aragón y numerosos cruzados de toda Europa.
El primero en llegar fue Pedro II Rey de de Aragón, el amigo de Alfonso VIII, que aportaba tres mil caballeros con su correspondiente acompañamiento.
León y Navarra, por el contrario, rehúsan unirse a la partida. Posteriormente el Rey de Navarra se unió a la cruzada.
Después se unieron todos los cruzados provenientes de otros reinos del otro lado de los Pirineos.
El 19 de junio de 1212 salieron de Toledo las huestes cristianas.
En su camino tomaron las plazas musulmanes de Malagón, Calatrava, Alarcos y Caracuel. Aquí se les unió el ejército de Sancho de Navarra, con sólo 200 caballeros. Tras una escaramuza en el Puerto del Muradal, el choque definitivo se producirá junto al lugar llamado Mesa del Rey. Será la batalla de las Navas de Tolosa.
En el ejército cristiano, unos 12.000 hombres divididos en tres cuerpos, el rey de Aragón mandaba el ala izquierda, correspondiendo el centro al castellano y la derecha al navarro.
En primera línea se colocaron las respectivas vanguardias, con los ejércitos y costaneras en el centro y las zagas mandando las retaguardias. Los musulmanes, unos 10 o 12.000, instalaron su campamento en el Cerro de las Viñas, con la infantería al frente y la caballería ligera en los flancos. Detrás se situó la caballería pesada almohade, con la zaga musulmana guardando el campamento del Califa.
Las primeras luces del día 16 de julio de 1212 ponen en marcha el avance cristiano, hostigado por una lluvia de flechas.
Pronto la vanguardia chocó con las defensas musulmanas, que se cerraron sobre ella, causando numerosas bajas. Al ver retroceder a los cristianos, los musulmanes rompieron su formación para perseguirles, lo que fue un grave error táctico.
En ese punto, los tres reyes con sus mesnadas, lo más granado del ejército cristiano, se lanzaron por el centro que la caballería enemiga había dejado abierto.
Al poco quedaron rotos tanto el frente almohade como su zaga, produciéndose su desbandada. Los cristianos se lanzaron sobre el campamento enemigo, aplastando a la guardia musulmana y poniendo en fuga al califa. La batalla había terminado.
La victoria en las Navas de Tolosa aumentó la presión cristiana sobre los musulmanes que lograría acelerar el proceso de la toma de otros territorios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario