PRIVILEGIO DE LA UNIÓN
Pedro III el Grande, en su corto reinado (1276-85) y antes de que se cree la Unión, ejerza sus funciones libremente
La toma de Sicilia, demandando dinero y hombres para llevar a cabo su impresa es el desencadenante de la negativa de los nobles aragoneses, y maniaten al rey con una reglamentación (el Privilegio General de Aragón de 1283) que anula la autoridad regia e impide la actuación de éste en cualquier causa y orden.
No hay lugar a pacto en Aragón, el rey se somete a lo que estipulen las Cortes, bajo amenaza de retirarle la obediencia, bien por escoger otro rey, bien, como le ocurrió en la realidad por quedar excomulgado por Roma, que haciendo gala del más profundo y estricto sentido del feudalismo, propone su propio monarca (Carlos de Valois).
Las Cortes de Barcelona seguirán el mismo ejemplo que las de Aragón, pero aquí por lo menos el rey puede negociar, aunque las condiciones sean también muy duras y el monarca tenga que hacer numerosas concesiones, entre ellas reunirse una vez al año.
La Unión como tal es una institución formada fundamentalmente por los ricos-hombres, que crean una hermandad para mantener sus privilegios, franquezas y libertades y las cartas de donaciones y cambios que tenían con el rey don Jaime y los reyes pasados.
Alfonso III el Franco, hijo y sucesor de Pedro III, jugará a quitar y dar concesiones a los unionistas en función de la fuerza que dispone en cada momento, bien por los fieles de los que se rodea y contrarrestan la acción de los unionistas, bien porque la situación internacional se vuelve en su contra y tiene que plegarse a lo estipulado. Se verá obligado bajo su reinado a conceder el Privilegio de la Unión y se comprometerá a reunir anualmente Cortes.
La Unión en este caso se abroga el derecho de nombrar diversos cargos de la casa real, no ya a simples consejeros. Se da aunque no se logra, para la formación de Cortes, una situación parecida a la que será Diputación del General, con representación cuando se planteen asuntos de interés general de 4 ricos-hombres, 4 mesnaderos, 4 caballeros aragoneses, 2 valencianos y 9 representantes de las ciudades.
La Unión defiende los derechos de los ricos-hombres frente al monarca y los de Aragón como cabeza de la Corona, sus intereses les llevarán a estar de un lado o de otro, especialmente cuando hay disparidad entre miembros de la familia real o por sentirse desplazados del Consejo Real por los barceloneses y rosellonenses tras la anexión de Mallorca.
Por tanto los sucesores de Alfonso III, que en 1288 tuvo que conceder el Privilegio de la Unión, Jaime II, Alfonso IV y Pedro IV el Ceremonioso, no tendrán más remedio que jurar los fueros del reino para que se invistieran y fueran reconocidos como reyes de Aragón.
Hasta que Pedro IV vence a los unionistas en 1348 en la Batalla de Épila, el mismo año en que se declara por primera vez la peste negra y en una irónica crónica declara que la Unión ha muerto y que bien la han llorado él y sus partidarios, por el humo que echaba la hoguera donde ardían, después de rotos con el puñal los privilegios y sello de la Unión.
Por este hecho, Pedro IV, fue conocido aparte de El Ceremonioso (por lo excesivamente legalista que era), como El del Punyalet porque al parecer se hirió con el puñal mientras rompía las hojas del libro donde constaban los privilegios de la Unión.
Sin embargo, como compensación a la pérdida de los fueros de la Unión, establece unos que limitan el poder real y otorgan algunas garantías al pueblo.
La aceptación de límites por parte del Rey era pieza clave en una política conciliadora en respecto a los extremismos de la Unión.
Utebo 29 de julio 2011
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