2 Principales hechos de la vida del Conde de Barcelona
Podemos afirmara que no fue ningún rey aragonés sino un conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, el que creó la que con el tiempo iba a convertirse en una de las potencias mediterráneas y, sobre todo, constitutiva y constituyente de la época de apogeo español en el mundo. Es decir el Reino de Aragón.
El Conde de Barcelona creó las bases de un nuevo Aragón que se adaptaba bien a la realidad de la época y a las posibilidades de Ramón Berenguer, un político de primera magnitud.
Veamos algunos hechos de la vida y obra del Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV
Ramón Berenguer IV recibe a la muerte de su padre en 1131, el Condado de Barcelona mientras que su hermano gemelo Berenguer Ramón le sucede en Provenza.
El 26 de mayo de 1135 acudió a León para la coronación de Alfonso VII como “Imperator totius Hispaniae” (Emperador de toda España) ante el legado pontificio y los principales nobles de España y el sur de Francia, incluyendo musulmanes.
El apoyo de Ramón Berenguer IV a Ramiro II, hermano del Batallador, frente las ambiciones territoriales de los castellanos, le reportó la gratitud del aragonés, quien le ofreció a su hija Petronila en matrimonio.
En agosto de 1137 se desposó con Petronila , hija de Ramiro II el Monje, en Barbastro, recibiendo el reino de Aragón para gobernarlo, en calidad de Príncipe de Aragón
En ese momento el Reino de Aragón unía el Reino del mismo nombre, heredado por doña Petronila, con los Condados de Barcelona Gerona, Ausona, Besalú, Cerdaña y Conflent
Su diplomacia consiguió que tanto las órdenes religiosas, como Alfonso VII de Castilla aceptaran esta situación, para lo cual hubo de conceder amplios privilegios a las primeras y prestar vasallaje al castellano por las plazas al oeste del Ebro.
Recuperó las tierras perdidas tras la muerte de Alfonso I el Batallador en la Comunidad de Daroca, los Monegros y bajo Cinca. Repobló Alcañiz (1157)..
Su política exterior se centró entonces en la expansión de catalanes y aragoneses hacia el sur, y en la defensa de sus derechos en Occitania. Tomó Tortosa en 1148 y un año más tarde, Lérida, Fraga y Mequinenza.
En 1151, con el tratado de Tudellén, pactó con Alfonso VII el reparto de la conquista de las tierras musulmanas, así como el del reino de Navarra.
La política occitana empezó a convertirse, durante su reinado, en uno de los principales focos de interés para la Casa de Barcelona.
La implicación de la Corona aragonesa en la política de los grandes reinos europeos llevó a Ramón Berenguer IV a la firma de alianzas con Enrique II Plantagenet, duque de Aquitania, y con el emperador Federico I Barbarroja, a través de las cuales defender sus intereses en la región
Gobernó desde Barcelona, realizando algunas visitas esporádicas a Aragón, lo que sirvió para que se afianzase el individualismo aragonés.
Gracias a la fuerza militar terrestre que le daban las armas aragonesas y a su tradicional alianza con Génova, Ramón Berenguer IV no sólo se mantuvo como regente y luego protector de Provenza, sino que emprendió dos campañas de limpieza de piratas en coordinación con Alfonso VII.
La más importante, en 1147, fue la toma de Almería, meca de la piratería mediterránea a mediados del siglo XII. Y al año siguiente, la toma de Tortosa. Unos meses después (1149) cayeron Lérida y Fraga, con el apoyo del mismísimo Conde de Urgel. En 1154, en una operación de menor envergadura cayeron Ciurana y Mequinenza.
La muerte del conde barcelonés se produjo de súbito y cuando estaba en el apogeo de su gloria y en la plenitud de sus facultades. Había emprendido un viaje para tratar con Federico Barbarroja, emperador de Alemania, los sempiternos problemas de Provenza con el Conde de Tolosa. Pero una súbita infección lo postró en un remoto lugar del Piamonte, Borgo San Dalmazzo, donde falleció el 6 de agosto de 1162.
No llegó a cumplir los 48 años. Sus restos fueron enterrados en el monasterio de Ripoll, en loor de santidad. No llegó a ser canonizado y en los siglos XVIII y XIX bárbaros franceses y españoles se cebaron con sus cenizas. En 1794, las tropas de la república gala asaltaron Ripoll y robaron la espada de su ataúd, deteriorando su cuerpo incorrupto.
Peores fueron los migueletes de Ripoll, que en 1837 sacaron la momia, la sometieron a juicio junto a los condes allí enterrados y terminaron pegándole fuego.
Pero la figura histórica de Ramón Berenguer IV sobrevive a escarnios y manipulaciones.
UTEBO a 29 de Enero de 2011
UTEBO a 29 de Enero de 2011
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